Ikari Shinji kun ayer soñé otra vez contigo;

me tomabas de la mano

y viajábamos en el tiempo

hacia un lunes cualquiera

del 2005

en medio del patio de mi escuela

la vieja secundaria a la que iba de niña,

la que estaba en la colonia Roma.

Shinji kun recuerdo tu aliento en mi oreja

mientras sucedían los honores a la bandera

bajo un sol desbordante.

Llevaba ese día mi viejo walkman

con un casete de Bach que le había robado

al padre que nunca tuve. (Él tuyo estaba loco y el mío nunca fue)

Quería escuchar a tu lado una pieza inexistente

inventada exclusivamente para el momento

el motivo de nuestro encuentro.

Del sueño también recuerdo

la contemplación del fin

los edificios caídos

la llegada del monstruo

la primera gota de vacío

arrojada al vacío.

Polvo al polvo.

Yo tenía tan sólo 14 años y no olvido tu sonrisa

y las sirenas llorando

y el sol que era un ojo.

Entonces el viento y el polvo se metieron bajo mi falda de cuadros

cuando yo caía dentro del gran hoyo.

Y en ese momento vi tu mano

que era la mano del robot gigante

envolviéndome antes del fin.

Shinji kun, tú aullabas al vacío también

invocabas a Godzilla y a todos los ángeles sin reino

reías y llorabas a la par

dentro de tu gran monstruo

mientras salvabas de irse al diablo a la niña de falda a cuadros

ésa era yo.

Shinji kun, a pesar de todo

nunca tuve miedo de ti.

La vida era un verso lleno de máquinas y silencios

aquella tarde

cuando se abrió ante mí tu reino.

Shinji kun,

llévame al principio sin principio

al lugar donde nacen los recuerdos.

Shinji kun, arigato.